miércoles, abril 06, 2011

Waiting to Die

Hoola!!! :) hace mucho no escribo, y bueno... en mi clase de redacción periodística, nos dieron por tarea hacer un cuento, y vaya! ni que me lo digan! jajajaja era en base a una noticia, así que debo advertirles que algo tiene de real esta historia. Me dicen si les gusta. Un besote :)



Los gladiolos rojos parecían sonreír en dirección a la fotografía de su hija.  Notó que el viento comenzó a soplar cuando sus largos cabellos ondearon al ritmo de éste. Volteó su rostro para que la brisa la pudiera acariciar. Le gustaba creer que era alguna manifestación invisible del cariño de su pequeña.

En el otro extremo de la tumba, sentado, estaba su marido. Una lágrima rompió la pasividad de su rostro, pero la secó rápidamente. No quería que Matilda lo viera llorando… otra vez.
Después de un largo rato de silencio, ella decidió levantarse. Le dijo a Rafael que él debía despedirse primero; ella volvería en unos minutos.

Comenzó a caminar y fue inevitable recordar el día en que Valentina murió: todo el dolor que sintió, cada lágrima que desgarraba sus mejillas, la sensación de vacío en su corazón, el sin sentido en que se tornó su vida y la de Rafael…

Metros más allá estaba la tumba de su madre, por lo tanto, decidió pasar a verla. Cada paso que daba era un recordatorio permanente de toda la muerte que rodeaba su vida. A veces pensaba que era inútil seguir viviendo de esa manera. Que era tonto seguir de pie mientras la nada reinaba su existencia.

Mientras Matilda llenaba su mente de pensamientos de angustia y oscuridad, Rafael se despedía de su hija. Prometía que pronto estarían juntos, y que ya no se extrañarían más.
Marido y mujer, estaban llenos de dolor. Ansiaban la muerte de una forma casi espeluznante. Sin demostrar al otro lo que sentían, sus corazones estaban unánimes en la petición de reencuentro con Valentina. Por más que les doliera, recíprocamente eran el pilar del otro. Por el amor que se tenían, no querían mostrar flaqueza. De esa forma, sobrellevaban sus días sin caer en la autodestrucción.

Matilda regresó al lugar donde yacía su hija. Desde unos metros vio a su marido llorar amargamente. Hace tiempo no lo veía así. El hecho de que faltaran días para el cumpleaños de su hija, quizás, lo tenía más sensible. Dejó que su llanto cesara y cuando estaba cerca, tosió para hacerse notar.  Rafael se levantó y con un ‘’ Te espero en la entrada’’, se alejó.
La mujer solo contempló la fotografía. Cerró sus ojos y mágicamente el viento hiso su arribo nuevamente. Sonrió. Otra vez, confirmaba que ella estaba cerca. Tomó la fotografía y depositó en ella un cálido beso. ``Te amo``, murmuró y, sin más, se marchó.
Llegó y sentó junto a su marido. Le regaló una melancólica sonrisa y emprendieron su camino de regreso a casa.

El sol se estaba poniendo, y el ocaso imperaba. El cambio de los colores en el cielo era algo que siempre los hacía sonreír. Caminaron dejando que el silencio tomara el control. Se acercaron a la parada de buses y, finalmente, llegó el que necesitaban.
Saludaron amablemente al conductor. Debía ser nuevo, ya que ubicaban a todos los choferes, y a ese no lo habían visto. `` Buenas tardes``, respondió él.

A Matilda le gustaba estar en el primer asiento, por lo tanto, cada vez que hacían ese recorrido, era el lugar en donde descansaban.

El sol ya se había puesto, y la oscuridad era la dueña de la noche. Matilda tuvo un mal presentimiento, pero se calmó al darse cuanta de que el chofer manejaba con cautela.
Le tomó la mano a su esposo y comenzaron a conversar y programar su semana. Matilda desvió su cabeza para mirar por la ventana, y pudo divisar un bus de transporte público. Le causó curiosidad e inquietud porque venía haciendo movimientos inadecuados. Miró a su esposo, pero ya era muy tarde: el otro bus estaba encima de ellos, y sólo atinó a cerrar sus ojos y apretar más fuerte la mano de su esposo.

La colisión fue dantesca. Cuando Matilde abrió sus ojos, lo único que pudo ver fue a Rafael tendido a su lado. Supo de inmediato que nada se podía hacer. Aisló los gritos de la demás gente y sólo pensó en su hija. Fue ahí cuando sintió que la estaban sacando para cargarla hasta la ambulancia.

Llegó al hospital y ya no quiso luchar más. Su esposo, la única razón por la que seguía con vida, ya no estaba. Y sinceramente, ella sólo quería desaparecer. Pensó en su familia reunida nuevamente y cerró sus ojos. Sonrió, pero ahora con alegría. Suspiró, y al fin, su corazón dejó de latir. 


3 comentarios:

  1. Ali, me esta removiendo los recuerdos T_T (tranquila no me pondre triste =D)
    Me da cosita, algo de tristeza... Tienes razon tiene mucho de realidad, cuando pierdes a alguien prefieres estar muerto tu y lo deseas tanto...pero bien... como sabemos todo continua y el tiempo aunque no sana algunas heridas es una buena anestesia.

    Mariana Vega - "contigo"
    http://www.youtube.com/watch?v=TlT2td8wb7E

    Por eso me agrada tu clase.
    Oye... ya extrañaba que mataras al protagonista hahaha!!
    Te quiero amiga ♥
    PD: va enserio lo de clonarte xD

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  2. Lindo, tertico, y genialmente escrito, que bonita historiame gustó, y espero que continues actualizando imaginarium...

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  3. hahah en verdad que a ti te gusta el drama y trgaedia, son buenos y aun mejor es la manera en que tu los escribes, me agrado mucho y coincido con Lyan en cuanto a Lindo y tetrico, saludos!!

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